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El fútbol y las banderas

Esto ha estado bastante paradete desde hace un par de meses, aunque con un par de inclusiones de última hora que han hecho que el contador de visitas supere las 1000. Im-prezionante. La verdad es que muchas de esas son spam, pero bueno, hace ilusión que haya gente que lea esto, sea por voluntad propia o arrastrados desde El Conocimiento.

En fin, en el anterior post contaba un poco mis experiencias con la anteriormente conocida como ‘selección española’, ahora ‘La Roja’. Y bueno, el tema del Mundial saca siempre cuestiones sobre el fútbol y la política, el fútbol y las tonterías, canciones de coña, etc. Y bueno, yo he leído cosillas de todo tipo en los links de la derecha de sus pantallas. Desde el muy recomendable Soccer Politics hasta las tonterías que de vez en cuando cuelgan en FourFourTwo, o gilipoyeces diversas como esta de Newsweek. Y bueno, como ya comentaba Enric González en ‘Preferencias’ – y Fernán en un blog que abrió en la Eurocopa de 2008 y que creo que está cerrado –, el tema patriotero-banderil de las competiciones internacionales crea ciertas sensaciones contradictorias… Aunque a pesar de las típicas desesperanzas iniciales, lo que comenta de que le alegran más las victorias de su equipo (el Espanyol ¿El Espanyol? ¿Victorias? Enric, no me jodas…) que las de la selección, yo no lo comparto. Aunque grité como un poseso y demás con el gol de Iniesta contra el Chelsea en Stanford Bridge, el de la final contra Holanda…

¿A qué me refiero? Yo no soy de los que se apuntarían al grupo este del Feisbuc de ‘Yo soy español todos los días, no sólo cuando juega la selección’, sino más del – muy popular, con 5 miembros – ‘Yo soy español sólo cuando juega la selección, no todos los días’ (en la descripción pone ‘porque nos gusta el fútbol… pero pasamos del patriotismo). A ver, soy de estos que también pasan bastante del patriotismo, y dudo que se me vea alguna vez enarbolando la rojigualda, o por las buenas gritando ‘ESPAÑAAAAAA’ como si fuese Leónidas en 300. O verme en medio de una masa humana con casi más banderas que en las manifestaciones organizadas en la Plaza de Oriente. Y me da igual que Gibraltar sea británico – de hecho, como lugar surrealista, lo prefiero –, cuando me encuentro con un español en el extranjero no lo considero autoáticamente ‘colega para toda la vida’, no me da el venazo flamenco-vivaspaña de mucho, o no apoyo a todos los deportistas españoles automáticamente.

Gran Vía, 11 de julio de 2010. Fotografía de Ben Ainslie

Gran Vía, 11 de julio de 2010. Fotografía de Ben Ainslie

Pero… se ponen las selecciones de fútbol o baloncesto en acción, y me transformo: grito, me pongo muy nervioso, grito mucho más, salto, corro, me fundo en multitudes (que tampoco soy muy fan), me despierto a horas intempestivas para ver partidos (recordemos el Mundial de Corea, o el baloncesto en los JJOO de Beijing…. ¿Cómo asumir eso, llevar esta dualidad? Vamos, llevarla la llevo, y supongo que muchos (bastantes) por estas tierras, y allá por el extranjero de fuera de España.

Y bueno, ¡¡dejemos las tonterías aparte!!

¡¡CAMPEONES DEL MUNDO!!

** Volverán los días de cine y música. Manténganse atentos a sus pantallas

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Final de un Mundial

Como tantos otros desde que empezó el Mundial de Sudáfrica, recuerdos de la selección… Siento no haberlo hecho antes, pero he tenido una cosilla que hacer.

En fin, allá por 1990 recuerdo el Mundial. Tampoco es que recuerde gran cosa, aunque ya me empezaba a gustar eso del balompié, e intenté completar un poco el album de cromos de Panini. Pero recuerdo cosillas, como el 3-2 de Yugoslavia. Aunque tampoco me supo tan mal. De ese Mundial recuerdo más la final, con todo el personal a mi alrededor que deseaba que ganase Alemania, y yo estaba fascinado por Argentina. Creo que mi razonamiento de aquel entonces era a) en Argentina hablan castellano. Ergo, molan. b) Ese tal Maradona es bueno. Muy bueno. C) ¿Alequé. Y, por cierto, el cartel ese que utilizaba el Coliseo como estadio molaba bastante.

Los siguientes recuerdos de verdad de la selección española comienzan en la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos de 1994. Sobre todo en ese partido España Vs Dinamarca (¡Dinamarca! ¡La Dinamarca de los hermanos Laudrup! ¡La misma que ganó la Eurocopa del 92!), en el que Zubizarreta fue expulsado, y salió un chavalín llamado Santiago Cañizares, ‘Cañete’. Y las paró todas. Todas. Y Hierro marcó gol. Y España se clasificó para el Mundial. por cierto, fijaros el título del vídeo:

Ese Mundial lo pasé casi todo en Tapia de Casariego, Asturias, en casa de mis tíos. Y ahí ya estaba plenamente metido hasta las cejas, el álbum de cromos completo (el último fue un surcoreano, creo recordar), y toda la españolidadrojidad puesta en escena. El gol de Goiko a Alemania, el autogol de Pep Guardiola contra Bolivia (el primer gol de Bolivia en un mundial), las perillas de los jugadores, Otero en la selección, Clemente en el banquillo, y… ¿qué decir? Luis Enrique, Tasotti, Sandor Pulh, Julito Salinas, Roberto Baggio… Y joder, por primera vez sentir esa impotencia, esa rabia. Los cuartos de final. Y de ese Mundial, pues eso, queda la escena de Luis Enrique acordándose de la madre de Tasotti, e intentar escuchar la final Brasil Vs Italia en un autobús entre Asturias y Madrid, sin éxito.

En 1996 tocó la Eurocopa de Inglaterra. Y pasó lo que nos fue sucediendo hasta 2008: fase de clasificación impecable, ganando todos los partidos con gran autoridad, y empezando a pensar que Aspiramos A Todo. Aspirábamos a todo, hasta esa tanda de penalties contra Inglaterra en cuartos, con Nadal (creo recordar) mandando un misil que aún debe estar en órbita. Y volvemos a lo mismo: decepción.

1998. Mundial de Francia. Fase de clasificación arrolladora. Aspiramos A Todo. Esta Vez Sí Que Sí. Yo estaba dándolo todo, y además había estado en Lyon pocos meses antes, y se respiraba Mundial por todos lados. Y llega el Mundial, y… Zubi contra Nigeria. El coñazo insufrible contra Paraguay. Y la goleada contra Bulgaria (6-1), que servía… para meter goles, porque ya estábamos eliminados. En primera fase.

Año 2000, Eurocopa en Holanda y Bélgica. En plena selectividad. Volvemos a Aspirar A Todo. Y se volvió a cagar. Antes de eso, un soporífero partido contra Noruega, algo medio decente contra Eslovenia, y ESE partido contra Yugoslavia, con ESE gol de Alfonso. Pero llegaron los cuartos, jugar contra los campeones del mundo… y desde un apartamento en Gandía donde había ido con unos amigos para celebrar el haber acabado la selectividad, vimos a Raúl mandar un penalty al 4º anfiteatro. Y vuelta a lo mismo.

Mundial de Corea y Japón de 2002. Horarios imposibles para ver fútbol. Jose Antonio Camacho popularizando el sudor de axilas sobre camisa azul. Una primera fase bastante bien llevada, octavos de final contra Irlanda sufriendo en los penalties tras un 1-1. Y cuartos contra Corea. No hace falta que cuente mucho… ¡Estábamos en semis, casi! ¡Esta vez era posible! Ese día, sábado 22 de junio, estaba en la universidad, y pude ver el fútbol en una cafetería que abrió porque había exámenes (se habían suspendido los del 20 de junio por huelga general), y a las 8:55 desapareció todo el mundo. Nos quedamos 4 en la cafetería viendo el partido, y desde las 9:05 reapareció el personal (recuerdo a un chaval entrando a la cafetería diciendo «¡¡¡Yo con un partido de España no puedo hacer un examen!!!»). Para la prórroga, la cafetería estaba ya hasta los topes, con gente subida a mesas para intentar ver algo en una pantallita de 2 pulgadas o así que habían puesto. Y otra vez la misma historia. Y Corea del Sur (¡tócate los coj***s!) en semifinales de un mundial.

En 2004, vuelta a las andadas, en la Eurocopa de Portugal. Desde el retiro del Erasmus vimos la primera fase… que fue todo lo que participó España. Partidos infumables, griegos dando voces, y otra vez a casa temprano. ¡No, otra vez no!

El Mundial de Alemania de 2006 tocó en Leeds, Inglaterra, y rodeado de gente en ese grandísimo pub llamado ‘La Biblioteca’ vimos todos los partidos posibles, incluyendo un Polonia Vs Alemania, o el Argentina Vs Serbia que hizo que todos apoyásemos a Argentina un poco más. Después del jugadón de Carles Puyol en el partido contra Ucrania, la remontada contra Túnez, el partido contra Arabia Saudí (1-0) fue una de la cosas más espantosas que he visto en un campo de fútbol, en un día además que fue especialmente triste. Octavos de final contra Francia, que vi en Madrid con una amiga francesa y Mr. Bobby, y ese ‘jubilaremos a Zidane’. Todos recordamos la historia. Al menos, en ese Mundial, después de España apoyaba a Italia, y después del show contra Alemania en semifinales con el gol de Grosso, no estuvo mal.

Y llegó 2008, Eurocopa de Austria y Suiza. Y por fin, después de sufrir muchísimo para clasificarnos, nadie daba un duro por la selección. Nadie. El cinismo se había apoderado de todos. Una primera fase contra Rusia (visto en C/Salud), Suecia (chez moi) y contra Grecia, pensábamos que en cuartos caeríamos miserablemente, para variar. Fue en ese partido contra Grecia cuando tuvimos una gran idea: vamos al bar de abajo – dijo Mr. Gromit. Y fuimos al bar de abajo. Y se ganó. Tocó Italia en cuartos, y tras el sopapo de Torres a Grosso, todo era posible. ¡Y tanto que fue posible! Penalties contra Italia, y a pesar de lo que todos pensabamos que pasaría, no pasó. ¡Y España pasó a las semifinales! Aunque he de decir que de la borrachera que llevaba me tuvieron que informar verbalmente que con el penalty de Fábregas ya estaba, se había eliminado a Italia, al coco. Semis contra Rusia, a los que habíamos atropellado en la primera fase, pero que tenía a un tal Arshavin que asombraba a Europa (sobre todo en Holanda, que le sufrieron en cuartos), y a uno larguirucho llamado Pavlychenko (o algo así) que metía goles. Pero el tiki-taka funcionó, y España pasó a la final… contra Alemania. 29 de junio de 2008, 19:00 h. Ya estabamos en ‘el bar de abajo’. 20:45. Comienza el partido. Minuto 32: gol de Torres. Gol de Torres. En una final de una Eurocopa. 22:30: final del partido. España es campeona de Europa. Por fin, campeones de algo. ¡Y de que manera!

Para el Mundial de Sudáfrica me apunté al carro de ‘con tanto triunfalismo nos vamos a ostiar prontito’. Y ayer, 7 de julio de 2010, San Fermín, día que acabé eso que tenía que hacer, Carles Puyol, de la Pobla de Segur (Lleida), metió un gol a Alemania. En un córner. En unas semifinales de un Mundial. Repitamos: A Alemania, en semifinales, en un corner. ¿Nos hemos vuelto locos? Sí, totalmente, locos. Pero por fin la selección jugó un partidazo, y desde el ‘bar de abajo’ (convertido en ‘el bar de la suerte’ tras haber visto allí la Champions del Barça de 2009, el 2-6, el Barça Vs Madrid de la primera vuelta de esta última liga, la Europa League del Atleti, etc… y no haber ido al Barça Vs Inter de semis de Champions aumenta esa sensación de ‘bar-talismán’), nos juntamos para dar muchas voces, tocar la vuvuzela, gritar, insultar, sufrir, celebrar…

Y joder, este domingo España va a jugar la final de un Mundial contra Holanda. ¿Quién lo podría haber dicho hace 3 años? ¡Pues difrutémoslo!

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Preferencias (Enric González)

En su blog ‘Dibuje maestro‘ (30 de junio)

La pasión patriótica nunca me ha tirado mucho. Yo creo que con un poco de civismo, con no defraudar a Hacienda y con no hacer demasiado la puñeta a los demás uno cumple razonablemente como ciudadano. Me supera la cosa del patriotismo, lo de inflamarse a la vista de una bandera (cualquiera de ellas) o lo de atribuir cualidades antropológicas o morales a un concepto tan abstracto como el de “nación”.

Lo cual no significa que no me guste que gane España. Me gusta. Me alegra por mí y por la mayoría de mis conciudadanos. Y por mi mujer, muy forofa de este equipo. Reconozco, sin embargo, que las victorias de España me parecen ligeramente menos embriagantes que las de mi club. Y las derrotas (confiemos en que no lleguen), menos dolorosas.

Será, tal vez, porque al club lo elige uno mismo, mientras que con la selección hay lo que hay. O será que siento afecto, en mayor o menor medida, por más de una selección. Simpatizo con Italia, porque llevo años siguiendo con fruición (ya sé que suena a contrasentido) el fútbol italiano. Simpatizo con Inglaterra, porque la anglofilia no se me va a curar ya nunca. Simpatizo con Argentina por muchísimas razones, algunas tan nimias como los anuncios mundialistas de la cerveza Quilmes o por el ronco “vamos, vamos”. Antes simpatizaba con Alemania, pero me libré de esa rareza en el Mundial de 1982. Reconozco, sin embargo, que la Alemania de este año es simpática y atractiva.

De los partidos que quedan ahora, me gustaría que Holanda ganara a Brasil. Por simple deformación profesional: la gente de mi oficio vive de las sorpresas, porque son noticia. Y Brasil lleva tiempo ganando mucho y ofreciendo poco.

Con Uruguay-Ghana voy a llevarme un disgusto, pierda quien pierda.

Argentina debería eliminar a Alemania, porque de lo contrario existiría el riesgo de que Alemania, que aún puede crecer mucho, ganara dos Mundiales seguidos: este y el próximo.

Lo siento por Paraguay; soy del Espanyol y uno de mis héroes de infancia fue el paraguayo Cayetano Re, pequeño ariete de los “Delfines”, pero España es mejor y sufriría más que Paraguay con la decepción de la derrota.

Si las cosas salieran a mi gusto (cosa que jamás ha ocurrido), disfrutaría como un enano con la semifinal España-Argentina. Volvemos a lo del principio: es una suerte contemplar un partidazo sin miedo a sufrir uno de esos íntimos desgarros patrióticos que, según dicen, duelen muchísimo.

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Este hombre escribiendo sobre fútbol no es bueno. Es mejor. Y además comparto varias de sus filias y de sus fobias futbolísticas.

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